Creatividad e inspiración

El Viaje Cíclico






No vale la pena continuar aquí. Llegó el momento de viajar hacia un lugar lejano y desconocido para mí. Me abrazan y me dicen que no tenga miedo. Deseo apartarme cuanto antes de todas las cosas que me rodean. Estoy cansado de mantenerme inmóvil en el mismo lugar, durante un tiempo imposible de definir. Es el minuto de hacer un cambio.


El dolor que siente mi alma por verme obligado a abandonar a quienes me cuidan, es inmenso pero inevitable. Pienso en ese lugar al que llegaré muy pronto... en las nuevas personas que estarán a mi lado. Dudo si me querrán como aquí lo hacen... y me atemorizo. Esta angustia me carcome; consume mis ansiedades. Nadie se preocupa por mi partida ni por mi dolor. Sonríen al mirar como me desvanezco día a día.


No soporto éste sufrimiento, la sangre me envuelve y me pierdo en movimientos espasmódicos e involuntarios. Los seres que me rodean y me cuidan siguen sonriendo, aunque los distingo lejos. La sangre me ahoga... un resplandor se acerca. Le temo a esos rayos de luz a punto de alcanzarme.


Mi miedo crece al oír nuevas voces que prometen protegerme. Me hablan con suavidad y me transmiten armonía. Me dicen que no hay motivos para temer y recupero mi paz.


No puedo dominarme... e intento gritar. Me aterro más al no poder hacerlo. Me doy cuenta que perdí mi propia voz.


Me adormezco... mientras lo hago descubro que el dolor también se adormece. Los días dolorosos en donde me hallaba apenas hacía unos minutos, finalizaron. No puedo evitar extrañar a esas personas que me rodeaban y decían cuidarme pese a que no dejaban de sonreírse.


Comienzo a caminar, más bien a deslizarme, por una senda de colores. El único modo de moverme es arrastrándome. Una brisa fresca y tibia, a la vez, renueva mis sentidos. Vuelvo a respirar. Mi cuerpo continúa cubierto de sangre pero ya está secándose; tampoco es una molestia. Armoniosos acordes musicales llegan a mis oídos. El túnel se estrecha a cada paso, a cada segundo transcurrido. Los colores desaparecen. El túnel ahora está húmedo, oscuro. Siento un cambio en mí. Mi cuerpo se encoge; no coordino mis pensamientos. Algo me ocurre, y mi temor vuelve. Olvidé mi nombre y los rostros de las personas que estimaba. Olvidé a quién amaba, y mi vocación. Lentamente... olvido también cuales eran los lugares que me agradaban.


Llego al final. Alguien está en el “extremo”. Lo llamo “extremo” porque no estoy seguro si es una salida. ¿Podré confiar en esa silueta? Luego de meditarlo pienso que no tengo opción. Inevitablemente, me deslizo hacia esa persona.


Ya no recuerdo la razón de la angustia en mi alma pero la sensación sigue palpitando como cuando uno se extrae una astilla del dedo; esa sensación sí la recuerdo y por eso puedo hacer la comparación.
El desconocido me recibe sosteniéndome al salir. Hay alguien más en el recinto al que acabo de llegar y estira sus brazos para acariciarme. Siento paz y armonía como hacía años no la experimentaba. Mi miedo desaparece.
Intento hablar; preguntar quienes son; pero no puedo, mi voz no es la misma. Tampoco puedo decir que sean palabras lo que salen de mi boca. Tan sólo emito sonidos y chillidos sin sentido. Pienso en mis deseos o lo que quiero hablar, pero me cuesta expresarlo abiertamente.
Esos sonidos indescifrables que salen de mi garganta, serán mi medio de comunicarme a partir de éste momento. Me aterro de nuevo y grito con más intensidad consiguiendo que me comprendan; alguien me sostiene contra su pecho. Veo luces, aunque distintas a las que me rodeaba. Luces artificiales. Estoy en un lugar diferente. Se cumplió mi pedido... mi antiguo sufrimiento está muerto, aunque al precio de haber olvidado toda mi vida. Pronto, de mi desesperación surge la calma... y me entrego.
Mis llantos son consolados por una mujer que acuna mi cuerpo entre sus brazos. Mis manos acarician con torpeza su rostro, pero aún no controlo mis movimientos. Quiero hablar pero es imposible. Emito sonidos y quejas.
Sí. Olvidé mi nombre... mi casa... los lugares favoritos... las cosas que disfruté... a mis seres queridos... a mis amigos... a mi familia. También, a la persona que amé. Fue el precio que pagué para olvidar la razón de mi angustia, mis pecados, el daño causado a los demás; y recuperar mi humanidad perdida.
Vuelvo a vivir conmigo mismo en armonía. Desde hoy nazco otra vez. La mujer que me cuidará a partir de este momento, descubre un pecho y me lo ofrece. Estoy hambriento y acerco su pezón a mis labios. Con el primer sorbo desaparecen los últimos vestigios de antiguos recuerdos. Sólo me embarga esa sensación de estar buscando algo, sin saber qué; o de querer encontrarme con alguien, sin saber a quién. Mientras sigo sorbiendo el alimento materno pienso algo que también olvido al instante, pero de ese pensamiento quedará un germen dormido que despertará cuando sea necesario: dedicaré esta nueva oportunidad para ser libre, creo que lo fui aunque mi tormento no me permitió verlo. Intentaré reparar mis errores. Volveré con mis seres queridos; con la mujer que amé... con aquellos afectos que no supe valorar ni distinguir... En algún lugar del tiempo, ellos me esperan.





Autor:       Sergio  Roda.













ALGO SOBRE LA LÍRICA


En realidad no existe una regla básica para crear una obra (no utilizaré la expresión “Construir una obra” por considerar que se refiere a la parte morfológica). Sí, de lo único que puedo hablar, es del modo que yo lo hago, aunque eso no significa que ustedes tienen que utilizar la creatividad del mismo modo que lo hacen otros; incluso, nadie podrá adivinar, al menos desde la perspectiva polimorfa del lector, la técnica usada ya que la fuente de la creatividad tiene una codificación propia; es decir, es imposible que un lector observe el detrás de la escena de un libro porque desde el primer minuto en que comienza a gestarse hasta que es publicado, sufre una serie de transformaciones de las cuales ni siquiera es consciente el propio autor. No es el caso de alguien que estudiando épocas, lugares, hechos históricos y otros conceptos que rodean a la obra, diseña un análisis psicológico de la vida de su autor.

1- ¿RIMA Y MÉTRICA? ¿O POESÍA LIBRE?

Así como en el capítulo anterior hablábamos de la elección entre Realidad y Ficción al comenzar a escribir una idea, la misma bifurcación se presenta cuando escribimos poesía: Muchos defienden la poesía que respeta una métrica y rima, menospreciando otros estilos poéticos; mientras otros no se ajustan a esos preceptos y escriben los llamados versos libres o blancos. Pero... ¿es apropiado coartar la creatividad tan sólo porque un poema no respeta la estructura con la cual se viene conociendo? Muchos poetas escriben versos que hacen sentir y despiertan en lo más hondo del lector un volcán de pasiones; las pasiones de sentimientos no siempre se asocian al amor; sobre esto les hablaré en breve. (…) La Neopoesía se impuso ante la tradicional para expresarse, para hacerse oír en un solo grito de sentimientos sin rimas ni métricas. Después de todo, cualquier poesía dejando a un lado su morfología no deja de ser sentimientos puros ofrendados por el escritor; y ese sentir que nuestra alma expresa a otra persona no conoce límites, no lo marcan ni métricas ni versos endecasílabos. Pero cuando antes dije cualquier poesía, no quise decir que cualquier verso escrito lo sea.

2- ENTONCES... ¿QUÉ ES POESÍA?

Cuando de una poesía se trata, tendremos que tener en claro (y esto es una obligación) en soltar las riendas y no permitir que domine la creatividad sino la idea misma en su estado puro. La poesía surgirá sola, casi sin ayuda, porque generalmente esos versos serán una réplica exacta del mismo sentimiento palpitando en su interior. La poesía no puede ser forzada; es una parte íntima que decidirán compartir los escritores más audaces; existe en el alma, no en sus mentes, por lo tanto, cualquier sentimiento ya de origen es una poesía palpitando (sin importar si es un sentimiento positivo o negativo). Es muy común asociar la poesía sólo con el amor y hasta muchos poetas confunden amor con romanticismo; en mi opinión es un grave error: como ya mencioné, un solo verso, si está correctamente expresado despertará un volcán de pasiones sin embargo, esas pasiones pueden ser un ferviente deseo de libertad, o una rabia desmesurada. Además del amor existen otros sentimientos: desamor; odio, rebeldía, indiferencia, etc. No sólo existen poetas enamorados, también los hay quienes expresan los sentimientos de un pueblo oprimido, de una persona carente de libertad, o poetas hablando sobre impunidad y protesta contra el funcionamiento de un modelo imperfecto de justicia, que muchas veces es imperfecto sólo para sus ojos.
¿Piensan que una poesía sobre el desamor o el fatalismo en muchos aspectos de la vida, no está considerada como tal? ¿Acaso ese sentimiento opuesto, no sale también del alma? Una persona es capaz de sentir un momento de ofuscación... de duda... de alegría... de amor... y hasta puede sentirlo todo al mismo tiempo. En su vida transitará etapas de extrema fe o extremo escepticismo; tendrá momentos en que será seducido por la filosofía o el misticismo, y escribirá sobre el origen del universo. No importa hacia qué, o hacia quién, ni desde dónde, esa emoción emergiendo de lo más profundo del Ser humano, ya nace como poesía.
Por tal motivo, es el escritor quien tiene libre albedrío de elegir escribir una neopoesía o volcarse a los sonetos (por nombrar un ejemplo) Y de una forma u otra, la poesía no dejará de ser poesía ni dejará de trasmitir sentimientos; lo único que cambiará será su vestimenta estética aunque manteniendo lo esencial: su armonía innata.

(…)

3 - ¿UNA POESÍA CREATIVA?


Y llegué a éste punto en el cual muchos no estarán de acuerdo conmigo y dudé antes de integrarlo en éste trabajo; aun así no puedo dejar a un lado este tema que, a mi parecer, no deja de ser importante. Vi en muchas ocasiones, cómo algunos talleres de escritores obligan a escribir en el preciso instante que desea el coordinador y si en ese momento no pueden inspirarse sobre un tema en particular, el coordinador deposita en la mente del alumno la idea de no estar capacitado, diciéndole que necesita más “entrenamiento”. El proceso es el siguiente: se colocan consignas para crear una poesía, y hasta se impone un tiempo límite para escribirla. Haré una pausa para hacer un resumen de lo ya expuesto.
El Coordinador:
1º - Disparará una consigna; generalmente es una frase o párrafo textual de otro libro. Advertencia: Deberán usar la frase como la dicta el coordinador; nada de libre albedrío, nada de inspirarse en la idea. En sus trabajos salidos de ese taller, deberán copiar la frase.
2º - Exigirá a los integrantes de ese taller de escritores que escriban en ese instante. Advertencia: No se tendrán en cuenta quejas ni importará que el ambiente no sea adecuado para crear cómodamente.
3º - Colocará un tiempo límite. Los integrantes deberán cumplir la consigna en menos de una hora; generalmente son de treinta a cuarenta y cinco minutos (dependerá de la benevolencia del tallerista) Advertencia: La creatividad deberá surgir en la mente siempre cuando lo desee el coordinador. La creatividad no es controlada por el escritor y/o artista (si es posible que éste pueda controlarla alguna vez) sino por el coordinador del taller.

Ahora iremos por partes. En primer lugar a simple vista verán que cada una de estas reglas que impone el coordinador coarta la libertad de crear en lugar de desarrollarla. No todos podrán escribir cuando les ordenan, sería como obligarlos a reír cuando se encuentran mal anímicamente.
Los coordinadores que conocí se ajustaban a la misma regla (o ley, desde sus visiones todopoderosas de mirar el Arte): si alguien no conseguía cumplir los requisitos del “ejercicio creativo”, el escritor debería continuar “aprendiendo”. La palabra suena horrible ante los oídos de cualquier artista porque la creatividad no se aprende; pueden aprenderse estilos y técnicas pero jamás algo que ya está en nuestro interior; y por ahora nos quedaremos con esa fugaz idea, extendiéndome sobre la creatividad, en su momento justo.
Si se fijan en el tercer requisito de la consigna, verán que se trata de imponer límites de tiempo para crear. Esto es propio de una época despótica. La creatividad muchas veces se ajustará a sus propios tiempos; sin embargo, esto es discutible ya que también es posible crear en todo instante sólo con saber desarrollar la creatividad. La diferencia radica en que seguirán creando de un modo libre, sin atarse a los tiempos de otras personas.

Pero volvamos al ejercicio mencionado; con esta modalidad de trabajo sólo lograrán una poesía que debería ser cien por cien inspirativa, en una “poesía creativa”.
¿Es válida una obra poética cuya base principal es una consigna salida de un taller literario? Para mi gusto es imposible que lo sea; sí lograrán agrupaciones de versos, simples creaciones en forma de poesía que no brotarán de sus sentimientos sino de lo que yo denomino: “creatividad externa” (sobre ésta me referiré en capítulo aparte) Esos requisitos podrían usarlos en narrativa, pero la creatividad jamás se ajustará a consignas y ejercicios. La creatividad no justifica su presencia en los géneros líricos; es inservible a la hora de escribir poéticas, porque ésta es inspiración pura. Los versos que no brotan de sentimientos sino de un disparador dictado por un coordinador, es una poesía sin alma; sólo una creatividad literaria común y corriente cuyo cuerpo está escrito en versos. Sin embargo existirán casos únicos, especiales, en los cuales cierto integrante logrará desprenderse de todo y aun en medio del ambiente caótico generado en un taller literario, alcanzará un nivel intenso de armonía entre su entorno, su inspiración y el arte; así trasmitirán verdaderas poesías que con mucha dificultad trascenderán únicamente si el escritor consigue eludir las críticas que su obra recibirá; y vaya que las recibirá, deberán acostumbrarse a eso en su etapa pública; es uno de los motivos por los cuales aconsejo no revelar sus escritos desde el primer instante.
Estas creaciones, que las hay a montones, trasmiten algo parecido a un sentimiento pero que jamás se acercará a serlo. El lector que lee una “poesía creativa”, será conmovido y llegará a tocar su alma porque desconoce que esa obra salió de un taller; sin embargo, al leer esa obra vacía, en su mente se hará una imagen falsa del escritor; y digo una imagen falsa porque no se puede analizar la vida de un escritor leyendo uno de sus escritos salidos de un taller. El lector se conmoverá con un sentimiento no poético y de ficción La “poesía creativa” ayudará a moldear estilos y técnicas pero que jamás ayudará a moldear la creatividad.

Extraído de “El Órgano Escondido: Sobre la Inspiración y la Creatividad”; Capítulo II, Algo sobre la lírica.

Autor: Sergio J. Roda

ISBN: 978-987-05-8862-7          

4 - LOS CICLOS DE LA POESÍA

Los ciclos marcan el comienzo y el final de una etapa; pero así mismo, el final de esa etapa marcará su reinicio. Los ciclos se hacen presentes en el transcurso de nuestras vidas para dejarnos enseñanzas; esos ciclos también están presentes en la historia, en la ciencia, en la religión... y en la literatura. (No voy a generalizar esos ciclos; cada uno, desde el arte que practica, sabrá advertirlo). Yo solamente mencionaré el ciclo que se presenta en una creación poética:

Se iniciará desde el instante en que se contactan con una idea, motivadora de la poesía. El escritor descenderá esas ideas hasta un plano alcanzable y comprensible para su mente.
A partir de ese instante un germen inspirativo se depositará en la mente del autor; y de allí madurará en las páginas impresas (que pasará por varias etapas; desde varios borradores hasta la versión impresa definitiva que conservará o editará en un libro, según sea su decisión)
Desde el instante que la idea escrita toma forma, ya podrá ser leída por cualquier persona y aquí, en este punto, es posible que se reproduzca en otras creaciones.
Finalmente, es en la mente del lector que la poesía expirará para liberar oleadas de sentimientos en su alma antes de reencarnar en las variadas interpretaciones que éste le dará a la obra original.
A partir de ahora, dejará de ser poesía para volver a ser Idea en la mente de los lectores.

La poesía ha tenido, a lo largo de su existencia, numerosas y diversas definiciones por parte de los autores que la han abordado.
Es la creación rítmica de la belleza; la inspiración de una poesía es matemática, incluso cuando no se ajusta a reglas métricas en su morfología es imprescindible conseguir un efecto métrico sin importar tanto su originalidad. El poema no debe describir una emoción, sino generarla. El poeta busca el efecto original en la belleza universal habitando el alma.
Es imposible contemplar la belleza que nos rodea, se debe alcanzar la belleza que nos trasciende, dice Edgar Allan Poe, apartándonos de la senda del intelecto.

Extraído de “El Órgano Escondido: Sobre la Inspiración y la Creatividad”; Capítulo II, Algo sobre la lírica.

Autor: Sergio J. Roda

ISBN: 978-987-05-8862-7